Carmen: "Cuando los niños eran pequeños, limpiando los sillones, vi que había un agujerito y me da por meter la mano, ahí estaba la cubertería entera, pensaba que la había tirado a la basura"
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En el programa 'La Tarde' de COPE, Pilar García Muñiz y Rosa Rosado han compartido con los oyentes una experiencia universal: la sorpresa de encontrar objetos que se daban por perdidos. La propia Pilar comenzaba la anécdota de la tarde al relatar cómo esta misma mañana se había llevado "la sorpresa de encontrarme con un anillo que había perdido", un hallazgo que, aunque sin mucho valor material, le ha producido una "alegría" inesperada.
Y es que los objetos no solo reaparecen en los bolsillos. A veces, se esconden en lugares tan insospechados como el sofá, ese 'agujero negro' doméstico que popularizó el humorista José Mota. Precisamente en ese rincón olvidado es donde una oyente, Carmen, ha hecho el descubrimiento más increíble.
Carmen ha contado en antena su historia, que se remonta a cuando sus hijos eran pequeños. Mientras limpiaba los sillones del comedor, notó "un agujerito por un lado" y la curiosidad la llevó a "meter la mano". Su sorpresa fue mayúscula cuando encontró dentro "toda la cubertería pequeña" que creía haber tirado a la basura por error. "Había tenedores, cucharas, chupetes... me la iban metiendo ahí dentro del hueco del sillón", ha explicado.
Otro de los grandes protagonistas de las pérdidas y hallazgos son las llaves del coche. El caso de Manolo es un ejemplo perfecto: "perdí una llave de un Ford Focus, me costó una pasta hacer la copia, y luego apareció en el bolsillo de un batín en casa, a los meses". Esta situación es tan común que muchas veces estos objetos perdidos acaban generando ingresos a los ayuntamientos, aunque a veces los dueños aparecen, como en el caso de la mujer que encontró dos lingotes de oro y cuyo hallazgo le cambió la vida.
La experiencia dicta que, como apuntaban en el programa, lo primero que hay que hacer es "mirar en los bolsillos del abrigo" o la chaqueta que se usó el día anterior. "Siempre están en un bolsillo, es donde suelen estar", comentaban las presentadoras, un consejo práctico que puede ahorrar más de un disgusto y una costosa visita al cerrajero.
Pero no todos los hallazgos tienen un valor material. La anécdota de Ruth ha sido, sin duda, la más emotiva de la tarde. Tras fallecer su madre, se quedó con algunas de sus prendas y, un día, sufriendo un ataque de tos en el autobús, recordó el consejo que ella siempre le daba.
El destino quiso que, al "echar mano de aquel bolsillo" de un abrigo de su madre, encontrara el caramelito salvador. Un pequeño gesto que se convirtió en un "recuerdo tan bonito" y una prueba de que, como bien decían en el estudio, "las madres saben de todo". Historias como esta, o como la de los décimos de lotería encontrados y devueltos a su dueña, demuestran que el valor de lo encontrado a menudo trasciende lo económico.




